domingo, 30 de mayo de 2010

SEMINARIOS 4 Y 5. ARTES MARCIALES Y CENTROS PENITENCIARIOS.

SEMINARIO 2 DE MARZO: ARTES MARCIALES “BUDO”

El día 2 de Marzo tuvo lugar el cuarto seminario de la asignatura, el contenido del mismo dio un giro de 90 grados respecto a los otros tres seminarios, sin embargo al finalizar llegué a la conclusión que todos tienen interrelación, pues a pesar de que los otros tres enfocaban temas centrados exclusivamente en la intervención social, el contenido que se ha tratado en este último no se aleja de esta finalidad, ya que aunque las artes marciales tienen diversos objetivos uno de ellos está muy relacionado con nuestra futura profesión, como expresaré a continuación.

Imagino que las ideas previas que tenía sobre las artes marciales coinciden con muchos de mis compañeros, pues principalmente se suelen asociar con el contacto físico, un contacto físico duro, con la liberación de tensiones, el maltrato… Como se dijo en el seminario existen infinidad de estereotipos negativos en relación a estas prácticas y principalmente se debe al desconocimiento y la poca información que tenemos u obviamos. Antes, si alguien me hablaba sobre las artes marciales no tenía argumentación para mantener una conversación y como he comentado lo asociaría principalmente con el conflicto. Es una idea equivocada asociar estas prácticas con el conflicto, como se nos hizo ver en este día.

Una de las preguntas que constantemente me hice cuando anunciaron en clase cuál era el contenido del seminario era ¿y qué tienen que ver las artes marciales con nuestra profesión? ¿Qué podemos aprender de esta experiencia? Cuando finalizó el seminario reflexioné sobre estas cuestiones y llegué a la conclusión de la posible involucración que tendrán las artes marciales en un futuro cuando estemos interviniendo en la realidad social. La visión que me ha quedado del seminario es que las artes marciales, desde mi punto de vista, son como herramientas que intervienen en la mediación, evitando conflictos, no generándolo.

Cuando se nos presenten casos en los que el conflicto está presente debemos recurrir a estas técnicas para paliarlo, complementando la actuación con otras técnicas. Si tenemos que intervenir con un niño/a agresivo no es obvio que no se deban emplear técnicas que fomenten su actitud porque lo que estaríamos haciendo sería fomentar el problema y no darle una solución, por ello, las artes marciales pueden jugar aquí un papel, tanto principal como secundario.

Antes de seguir con las aportaciones tanto personales como profesionales que me ha transmitido el seminario, considero necesario dejar constancia de lo qué se entiende por artes marciales y sus diversas variantes, para que los lectores no caigan en el mismo error de asociar artes marciales con lucha, conflicto, pelea…Para ello, expondré las ideas que se trataron en clase:

Una de las variantes de las artes marciales es el Budo, un término que consta de dos ideogramas “Bu” que significa detener el conflicto, y “Do” vía de realización para ir más allá o trascender del conflicto. He aquí la primera argumentación de que las artes marciales no se asemejan al conflicto, sino más bien lo evita y huye de él. Como ya he comentado con anterioridad, siempre solemos asociarlo con la agresividad porque la idea que se comercializan y se expande a la sociedad sobre estas prácticas son: que es una defensa personal, un deporte de combate, una técnica de salud y longevidad… Eso es lo que vende, lo que interesa a mucha gente y por esta razón la mayoría de la sociedad, tiene una imagen equivocada de estas prácticas. Nunca ha interesado transmitir la función de herramienta de mediación, de técnica que huye del conflicto…

Muchos de nosotros en un nuestro trabajo tendremos que intervenir con personas que utilizan la agresividad como medida de escape, en el seminario se nos aconsejo que una de las técnicas que deberíamos usar son las artes marciales, pues intenta transformar la agresividad en no agresividad, pero ¿cómo utilizar esta práctica? El método del Budo utiliza dos aspectos, por un lado la filosofía y por otro lado el trabajo con el cuerpo. Su proceso consiste en activar cuestiones e ideas, experimentando a través del cuerpo conocimientos y experiencias que despiertan nuevas ideas y cuestiones. Es decir, enseñar a esas personas otras vías por las que escapar de su frustración. Todos en algún momento dado nos podemos frustrar al comprobar que algo no ha salido como pensábamos, a través de las artes marciales se enseña a saber controlar esta frustración. Pero no sólo se utilizan ejercicios de artes marciales para controlar la agresividad, sino que tienen otras aplicaciones ante determinadas cuestiones que nos planteamos las personas, por ejemplo:
  • Rechazo: se realizan ejercicios que activan la aceptación, como la zona neutra.
  • Falta de comunicación: ejercicios que establecen una comunicación profunda más allá de la palabra, utilizando para ello el cuerpo. Considero que esta es una buena técnica para fomentar la falta de comunicación entre personas. Lo he comprobado personalmente con algunos ejercicios que hemos llevado a la práctica. Son ejercicios en los que se utiliza el cuerpo para comunicar algo a otra persona, por ejemplo, transmitirle tranquilidad, seguridad, compromiso… Cuando hemos estado realizando los ejercicios he percibido que mi pareja se sentía cómoda, al igual que yo, pues cuando teníamos que cerrar los ojos, los he mantenido cerrados como signo de que estaba cómoda y segura. De ahí, la capacidad que tienen estar prácticas para fomentar la comunicación no verbal, en algunas ocasiones más importantes que la propia palabra.
  • Stress: se utilizan ejercicios en los que las personas se mueven más relajados de lo habitual, para reencontrar un ritmo armónico y coherente. Coordinación de movimiento y respiración como nexo de unión entre mente y cuerpo.
  • Experiencias negativas: creando experiencias similares pero de forma positiva.
  • Otras: pérdida de espacio y agresión directa.
Estas son algunas de las que se nos presentaron en clase. Como se puede comprobar son muchos los espacios del ser humano que se pueden tratar desde estas prácticas y que a nosotros en un futuro pueden ayudarnos para que ciertas personas superen sus dificultades.

Las conclusiones que hago respecto a este seminario son las siguientes:

  1. Me han ayudado a descubrir otro recurso que en un futuro podré utilizar en mis intervenciones. Desde mi punto de vista, las artes marciales constituyen una herramienta útil para ayudar a las personas a superar algunas de las dificultades que presenten.
  2. Por otra parte, no pienso que con las artes marciales se pueda solucionar todo ni que en todos los casos sean útiles, pero he aprendido que existen otras posibilidades distintas a aquellas que nos han transmitido durante estos años.
  3. He eliminado los estereotipos que personalmente tenía acerca de las artes marciales. No se trata sólo de técnicas asociadas a la defensa personal y la agresividad, aunque si que es cierto que muchas personas que la utilizan exclusivamente para ello.
  4. Como futuros profesionales del ámbito de lo socioeducativo debemos tener en cuenta muchos de los consejos que se nos han transmitido desde esta rama, pues nos puede resultar de gran utilidad, pues, en ocasiones, nos puede resultar de gran utilidad.
Finalmente, me gustaría dar las gracias a quien hace posible que este tipo de conocimiento llegue a nosotros, pues muchas veces se nos limita el aprendizaje y no nos hacen ver más allá de lo que ya conocemos, sin embargo, en este caso, ha sido distinto.


SEMINARIO 5 DE MAYO: EDUCADOR SOCIAL Y TRABAJADOR SOCIAL DENTRO DEL CENTRO PENITENCIARIO DE ALHAURIN DE LA TORRE (MÁLAGA).

Este seminario tuvo lugar el pasado día 5 de Mayo por la tarde. La finalidad del mismo era que conociéramos aspectos relacionados con las funciones de los educadores sociales y los trabajadores sociales en los centros penitenciarios, concretamente en el de Málaga. Para ello el seminario fue dirigido por Silvia Siria López, una alumna de la Universidad Pablo de Olavide que realizó un proyecto en este centro penitenciario el año pasado.

A continuación comentaré los datos más relevantes que he apuntado acerca del seminario y realizaré una valoración sobre la finalidad del mismo.

Principalmente me gustaría resaltar las funciones del educador y del trabajador social, para diferenciar la figura de ambos.

El centro penitenciario de Alhaurín de la Torre acoge a personas que aún no ha recibido sentencia por su delito (preventivas) y a personas condenadas. Concretamente el número de internos es de 2082, de los cuales 121 son mujeres. Esta cárcel tiene tres módulos, el primero destinado para terroristas y desadaptados, el segundo para condenados y el tercero para personas en libertad vigilada.

El número total de Trabajadores Sociales es de 10 más un monitor, mientras que educadores sociales son 16. Cuando entra una persona que se va a quedar interna la función del educador social es decidir a qué módulo va, mientras que el trabajador social rellena la ficha, datos personales, formación, drogodependencia…

Las competencias del Trabajador Social son: entrevistas, tramitación de gestiones, orientación, trabajos burocráticos, facilitación de la información, atención a internos y contacto con familia. El contacto con la familia es mínimo y en ningún momento se interviene con ella, sino que la intervención es exclusivamente dentro del centro. El Trabajador Social se comunica de forma indirecta con el preso, no cara a cara.

Las competencias del Educador Social son: entrevistas, observación, contacto directo con internos, orientación, trabajos burocráticos, dinamización y clasificación.

Los problemas que expresan los trabajadores sociales de los centros son: ratio Trabajador Social/internos, es decir que deberían de existir un número más elevado de trabajadores sociales porque tienen que atender a muchos internos y no es un trabajo útil. Falta de espacios para desarrollar su intervención, desconocimiento interno…

Los problemas que expresan los educadores sociales son: ratio educador social/interno, falta de motivación de internos, inestabilidad de grupos, bajo nivel cultural y educativo, carencia de medios y espacios, reeducación y reinserción ficticias.

Una vez que se expresaron estos problemas en la clase surgió un debate ya que Silvia nos comentó que ninguno de los educadores sociales que ejercían su función en este centro eran verdaderos educadores sociales, sino que eran desde Historiadores hasta personas licenciadas en Derecho. En mi opinión, estos profesionales no tienen las competencias adecuadas para intervenir con estos colectivos, entonces… ¿para qué estudian y se forman los educadores sociales? Este fue el dato que más nos sorprendió a todos, incluso se comentó mandarle un correo al Colegio Oficial de Educadores sociales para poner una queja, ya que este hecho nos indignó a todos los allí presentes.

Por último, las conclusiones que nos presentó Silvia sobre su trabajo fueron:
  • No existe un reconocimiento de nuestra profesión.
  • Falta de espacios.
  • Es necesario reivindicar nuestro espacio.
  • Se apuesta por una formación específica.
Una vez que Silvia acabó de contarnos los datos relativos a su proyecto nos estuvo contando su experiencia actual en las prácticas que actualmente está realizando en los Servicios Sociales de Alhaurín de la Torre. Nos comentó que es habitual el sentimiento de inseguridad y el miedo que sentimos cuando vamos a empezar las prácticas, ya que al principio se tiene la impresión de que no se sabe hacer nada, aunque poco a poco nos daremos cuenta de que no es así y empezaremos a utilizar los conocimientos aprendidos a lo largo de nuestra carrera, al tiempo que iremos adquiriendo otros nuevos. Según la experiencia de Silvia está muy contenta y aunque le costó adaptarse en un principio, cada día aprende cosas nuevas y poco a poco está empezando a soltarse.

Una vez acabó de contar su experiencia, Esther Prieto, la profesora que acudió al seminario nos comentó varios aspectos relacionados con nuestras futuras prácticas y nos dio ánimos y fuerzas.

La dinámica que se ha seguido en el seminario ha sido muy amena, pues hemos tenido numerosos debates y el contenido que ha trasmitido Silvia no ha sido excesivo. De este seminario he aprendido a diferenciar las competencias y funciones aproximadas de los educadores sociales y trabajadores sociales en los centros penitenciarios, así como a diferenciar dichas funciones y competencias. De los centros penitenciarios no he aprendido mucho, pero es lógico, porque la persona que dirigió el seminario no tenía una experiencia directa con el trabajo que se realiza en estos centros, sino que nos explicó su trabajo allí, no pudiendo aportar más datos que los que recogió en este trabajo el año pasado. Se agradece su asistencia, sobretodo porque en un futuro no muy lejano podemos ser nosotros los elegidos para llevar a cabo este tipo de prácticas.